domingo, 6 de noviembre de 2016

DEJA QUE TE CUENTE

Malditos sentimientos, ay...quien los comprendiera. Son como un cuadro de Picasso, no puede entenderlos cualquiera. Muchos han juzgado como soy tan sólo con verme, y yo con casi 23 sigo buscando conocerme. Siempre he sido de los que sienten las cosas intensamente, me he enamorado inocentemente y he llorado tantas veces. Me he partido la cara por amigos y por gente a la que ya no veo, y es que la gente como tú no siente. He cometido errores importantes, porque dejé de sentir las cosas como lo hacía antes. Me martirizo a diario por esos errores del pasado, y es que a pesar del paso del tiempo las cicatrices aún no han sanado. Cómo puedo quererla tanto y ser tan capullo con esa persona, como se nota que el corazón nunca razona. Soy como el tiempo, a veces hace sol, a veces llueve, para que luego digan que la regla es sólo cosa de mujeres. Y aunque suene a excusa, soy humano. Ya no me hago ilusiones, ahora me quedo con lo bueno, y aprendo de lo malo. "Hermanos" que me traicionaron, me vendieron cual Judas sin un porqué. Cicatrices que me recuerdan que siempre permanece el ayer. Pensaba que me conocía, pero fue un error, a veces la vida es muy cómica y te hace ver lo peor para que aprecies lo mejor. Dije que de ese agua jamás bebería, y pasan los días y sigo siendo fiel a mi filosofía. Dar lo bueno por hecho y ofuscarme en lo negativo, llegué a tocar techo a pesar de estar hundido. Y es que el pesimismo es adictivo, siempre igual, 24/7 el mismo castigo. Pero es sólo un espejismo, o al menos eso dicen. Yo a día de hoy aún no lo sé, amigo. Fijo que tú también has llorado bajo la lluvia, o bajo la ducha, y que has hablado contigo mismo, que tú tampoco te escuchas. Fijo que tú también has estado siempre cuando te han necesitado, y otras veces te ha tocado ahogarte solo cuando has pasado un mal trago. Es en esos momentos cuando ves a los verdaderos amigos que sí que valen la pena. Siempre nadé a contracorriente, y aunque eso no fue fácil, siempre supe hacerle frente. Siempre fui autosuficiente, porque desde los trece supe que era diferente. La opinión de la gente nunca me importó, y cuanto menos me importaba más libre me sentía. Un día 'hice click' y cambió toda mi perspectiva, comencé a pensar en mí y a pasar de sus mentiras. Entonces, me miré al espejo y dije: "Despierta, nadie va a venir a llamar a tu puerta".