Sé que en días así te sientes perdido en la oscuridad que
llevas dentro, te buscas, no te encuentras, ya no sabes cómo hacerlo. Sé lo
difícil que es continuar, siento que te alejas, yo intentaré ayudarte aunque
ambos sepamos que eres tus propias rejas. No tengas miedo, yo me sentaré contigo
en esta cueva, mi hombro podrá aguantar lo que tu alma no pueda, yo sí sé
entenderte y créeme, no necesitas culparte, tienes que ser fuerte, solo déjate
ayudarte. No te hundas aunque sientas que no vales nada, ese vacío interno que
te quema no se llenará hasta que tú tengas ganas. Sé muy bien que nada de esto
es justo y que carece de sentido, ¿de verdad crees que no vales nada?, te
equivocas, pues vales mucho amigo. Lo entiendo, entiendo que te muestres triste
y apático, entiendo ese silencio tan sincero, es una herida tan profunda la que
tienes que ocultar, y te esfuerzas en tratar que no lo noten los demás. Si
estás roto intenta arreglarte, nunca vayas a cansarte, aunque el tiempo pase tan
lento intenta relajarte. Un día pierdes, otro ganas. La vida te da y te quita.
Quiérete a ti mismo antes de tumbarte en la cama, en la vida no todo es alegría,
también es un drama, grita o llora si lo necesitas. Y ahora dime, ¿crees que no
vas a salir de aquí?, sonríe, porque quedan tantas cosas por vivir…no olvides
que tienes a quién te quiere junto a ti, pelea aunque sea por ella, pues fue
ella quién te enseñó que no te tienes que rendir.
Las heridas nunca se olvidan, simplemente se aprende a
convivir con ellas. Eres feliz, estás bien, contento, y de repente, como si por
arte de magia se tratase, oyes un par de palabras dolorosas hacia tu persona y
todo cambia. Esas heridas que en teoría habían sido cosidas rompen sus costuras
y vuelven a sangrar, notas como un puñal vuelve a clavarse en lo más profundo
de tu alma y como una lágrima nace en tus ojos para morir en tu barba. Vuelves
a caer, vuelves a infravalorarte, vuelves a odiarte. Vuelve ese rencor hacia ti
mismo, vuelve ese malestar que te evita estar bien, vuelve ese dolor, vuelve
ese temor. Y entonces te sientes perdido, y entonces te sientas frente al espejo
y hablas contigo mismo. Hablas contigo mismo y escribes lo que dices y lo que
sientes en un blog, para que cuando esas heridas vuelvan a sangrar en ocasiones
futuras sepas que has de seguir luchando como si no hubiera mañana, porque tú
te mereces algo mejor que todo este sufrimiento. Y es que las heridas nunca se
olvidan, nunca llegan a cerrarse del todo, simplemente se aprende a convivir
con ellas.